Lento, lento...
Calma y ausencia.
Es la ocasión de no cerrar la puerta,
pues no es más que inspiración la que mueve mi lápiz,
ya de fuerzas no abunda ni en raíz.
Sé fuerte y no vaciles,
pues en la divergencia del color,
está la magia de vida,
y quiero verla a través de tu prisma,
empero los párpados hacen fila,
las muñecas rígidas en monocromía,
puesto que es tan difícil cantar sin equivocarse.
Hoy enseñan recursos, para mañana agarrar cifras,
que el humano es una herramienta,
que su alma ya no es bendita,
es fruto de la revolución,
pero de una de sus bolsillos sin fondo,
que una vez llenos,
se estiran y matan un pez.
No por ser pescador han de llamarme diablo,
pues conmigo los pecados son carnales y no de espíritu,
si pones en prenda el deseo,
te diré dichoso mi acertijo.
Mis ojos pierden brillo,
bajo la vela caliente del destino,
sin respirar ni entonar el frío,
desciendo aturdido hacia el nuevo abismo,
haciendo caso omiso al ruido de la calle,
y esa voz que lastimera grita que una moneda cambiará si vida.
Tic tac, tica tac...
que sea la hora nueve,
que el chascón susurre versos clásicos del amante,
esos que robo y regalo a danzantes, muñecas y valquirias errantes.
Detengo ya el llanto, he de volver a la andanza,
este fue el reporte del bardo somnoliento,
con la historia y la flor de cielo,
con la guitarra de romero,
ausente en esta clase de viernes lastimero...