29 mayo, 2015

Sanidad Mental ~

Estoy en mi sano juicio, no me crees?

Pues pregúntame que veo en el cielo, por ejemplo...

Un desfile de nubes cetáceas surcando un océano de estrellas, lentas y hermosas navegan en el infinito del azul ilusión, una danza bella e improvisada de vida y silencio; un espectáculo digno de una novela fantástica no?

Que qué veo al mirar el mar desde la playa?

Una mujer indomable, fuerte y poderosa, infinita y hermosa. Es un leviatán de poder inmenso que produce admiración y respeto. Una delgada línea entre la realidad y los sueños, del amor y la muerte, de enamorarme de una gota o de un océano de pasión, de locura y misterio. Tan salvaje por las noches que todos le temen, en la calma del día muchos la subestiman. Amo cada ola y amo la espuma que nace de su choque con las rocas, amo su color y su aire, las ráfagas de esencia de mujer y el dulce roce del tacto con mi piel. Temo por mi vida en sus tormentas, pero siempre tengo la esperanza que después de recogerse, vuelve a mi con nueva fuerza, esa maravillosa fuerza de mujer...

Que en qué mundo vivo?

Pues en el mundo de las máscaras, donde también vives tú, si tú... Por qué? No me crees?, Nada es lo que parece amiga mía, pues hasta en el corazón de un mendigo está la riqueza de toda la humanidad, y la rosa no siempre es bella, sus espinas la hacen única, pero letal. Todos mienten y no sienten nada al hacerlo, no hay espacio para el remordimiento y ya la moral escapó a otro universo, uno más juicioso y básico. Hemos evolucionado a las máscaras, a ser lo que no queremos y hacer lo que no nos gusta, nos justificamos de hacer lo correcto cuando el fondo sabemos que eso no existe; nos regimos por normas marcianas que nos implantaron en algún encuentro cercano del cuarto tipo, de trucos de magia y banquetes de peces y pan. El egoísmo gobierna a diestra y siniestra.

Pero estas tú, amiga, haciendo parecer todo esto una novela de baja calaña, algún recuerdo difuso olvidado, un supuesto que nunca fue, una farsa bailando al compás de tu Luna, esa Luna que enamora a mucho, que vuelve loco a otros, y es cómplice de las noches de amor de muchos más.
Es la mística, esa hermosa mística que te envuelve, que te hace deseable y víctima de mis impulsos más bajos.
Son esos ojos turquesa que me bañan y me hacen escurrir la realidad, me secan tendido al sol de tu piel.
Es la noche que deseo junto a tí, a aquellas caricias, aquella fragancia mortal, esas jugarretas bajo la frazada, niñerías de nosotros, juegos de nuestro mundo, el mundo donde habitamos, un mundo nuestro, donde somos nosotros, donde saber que hablo tu lengua y tu habitas mi tierra. 
Vivo en ese mundo, el loco mundo, el teatro mágico que me entregó Saller, el delirio de la vida, la cúspide de la sangre y mortalidad, la eterna condena en la piel.
Mi mundo.

¿Acaso no vives tú ahí también?