Un breve instante, que parece un año.
Cuando en un segundo todo cambia,
cuando la vida se quiebra en ángeles pequeños.
No digas nada, y sólo mira como avanzan los segundos; cuéntalos.
1...2...3... avanza y avanza, todo cambia y cambia.
No esperes que el próximo segundo quede inerte en el tiempo,
seguramente, la mente se fuga al vacío, deseando el silencio.
Amigo, detente en este ciego vicio, en insconsecuencias,
deja que el aire vuelva a su lugar; déjala respirar en la soledad,
que sus fuerzas recién comienzan a aflorar, después de un luto entre sombras.
Amigo, detente en tu locura, que lastimas su dulce corazón.
Si bastó un segundo para que todo cambiara,
¿no bastara un segundo para volver todo a su lugar?
Me entrometo despacio y sigiloso en tu jugada,
ni siquiera has notado cómo acecho a tu musa.
Amigo, cuenta cada segundo, porque serán los últimos,
el día que presentaste el lobo al rebaño, fue el día que nos coronó.
Dirás que es una blasfemia, pero es la esencia del cazador;
cazar sin ser cazado, vivir y dejar morir.
Y es que con cada segundo que pasa,
la Luna se vuelve más tenue, invocando a los malditos.
Aquellos que consumen la razón y se entregan al deseo,
los malditos que cortan tu cabeza, para darle más sangre al corazón.
Fue sólo un segundo, pero parece la vida.
Me descuidé un segundo, y perdí la vida.
La miré un segundo, y volvió la vida.
Me tomó un segundo, robándome la vida.
Si me amara un segundo, le regalo la vida.
Un segundo la vida, dos segundos, ya se ha ido.
Todo pasa en un segundo; nada ocurre en un segundo.
Pero no es cuando pasa ese segundo, que empezamos a vivir.
Cuando en un segundo todo cambia,
cuando la vida se quiebra en ángeles pequeños.
No digas nada, y sólo mira como avanzan los segundos; cuéntalos.
1...2...3... avanza y avanza, todo cambia y cambia.
No esperes que el próximo segundo quede inerte en el tiempo,
seguramente, la mente se fuga al vacío, deseando el silencio.
Amigo, detente en este ciego vicio, en insconsecuencias,
deja que el aire vuelva a su lugar; déjala respirar en la soledad,
que sus fuerzas recién comienzan a aflorar, después de un luto entre sombras.
Amigo, detente en tu locura, que lastimas su dulce corazón.
Si bastó un segundo para que todo cambiara,
¿no bastara un segundo para volver todo a su lugar?
Me entrometo despacio y sigiloso en tu jugada,
ni siquiera has notado cómo acecho a tu musa.
Amigo, cuenta cada segundo, porque serán los últimos,
el día que presentaste el lobo al rebaño, fue el día que nos coronó.
Dirás que es una blasfemia, pero es la esencia del cazador;
cazar sin ser cazado, vivir y dejar morir.
Y es que con cada segundo que pasa,
la Luna se vuelve más tenue, invocando a los malditos.
Aquellos que consumen la razón y se entregan al deseo,
los malditos que cortan tu cabeza, para darle más sangre al corazón.
Fue sólo un segundo, pero parece la vida.
Me descuidé un segundo, y perdí la vida.
La miré un segundo, y volvió la vida.
Me tomó un segundo, robándome la vida.
Si me amara un segundo, le regalo la vida.
Un segundo la vida, dos segundos, ya se ha ido.
Todo pasa en un segundo; nada ocurre en un segundo.
Pero no es cuando pasa ese segundo, que empezamos a vivir.