...
La puerta.
Me desperté y lo ví en la penumbra.
Era una sombra, acechando, o eso creí.
Desperté asustado, y no había nada; sólo el silencio de la madrugada en mi hogar.
Comenzó el día, pero donde mirase, estaba ahí, mirando, espiando : lo sentía.
Estaba mirando a través de la cortina del baño, al salir de mi casa; me siguió camino al paradero de la micro.
Volteaba y no había nada.
Paranoia.
Tomé el bus, lleno de gente, y entre los rostros y detrás de las personas, aparecía y se iba. Su silueta iba y venía. Comencé a transpirar, era mucha presión.
Bajé del bus unos paraderos antes, y volví a mirar si es que había bajado alguien más. Estaba solo.
Deben ser más de la 8 de la mañana, porque veo caras familiares por las calles cerca de mi pega.
Avanzo más aliviado de saber que debe haberse quedado arriba de la micro y no me molestará más.
Una sonrisa se me escapa.
Paso a paso, inhalo y exhalo, respiro, y cierro los ojos.
Cuando siento que me chocan el hombro. Abro los ojos y nada.
Estoy seguro de que alguien (o algo...) me tocó. Me detuve atónito.
Era una broma, no habia duda.
Avancé casi corriendo hasta el portón de la empresa y entré asustado. El guardia me preguntó si estaba bien, si me había pasado algo. Sólo le dije que ya había pasado, se acabó ...
Frente al espejo del baño, repetía para mi mismo, no pasó nada, nunca pasó nada, cuando las luces parpadearon haciendo guiño a una película de terror, o ese juego que compré en el verano, Alan Wake, así se llama.
Asustado, fui directo a la puerta, pero ya no estaba. Sólo estaba la fría pared de baldosas manchadas.
No pasa nada, nunca pasó nada, era lo único que me repetía. La luz se iba en destellos, dejando la habitación oscura a ratos. Agradecía tanto no ser claustrofóbico; me hubiera muerto ahí mismo.
Lo único que faltaba era que apareciera el Cabeza de Pirámide de Silent Hill para poner la guinda de la torta a la escena que tenía frente a mi.
Luz, oscuridad, luz, oscuridad, llevándome al abismo y trayéndome de regreso, una y mil veces.
Sentí miedo, mucho miedo. No sabía que esperar, tantas horas de películas de terror y gore no te preparan para momentos así, sólo te hacen imaginar lo peor, y ver tus vísceras desparramadas por el suelo. No era muy alentador.
Pero, corría el tiempo y no pasó nada. Debieron ser unos 20 minutos, y no sucedió nada.
Estaba solo en la baño. El espejo y yo... era yo?
O sea, pensé que era yo el que estaba en el reflejo. Pero debe ser el efecto estroboscópico de los fluorescentes.
Estaba sonriendo, una risa forzada, insana, con la mirada fija en mi rostro, que debe mostrar el terror en mi.
No soy yo, y hago los típicos movimientos para comprobrarlo, levanto las manos, y toco mi cara...
Me sorprende, hace lo mismo... soy ... yo?
Estoy riendo, una sonrisa emferma, de demente; una sonrisa perturbadora.
Llevo mis dedos a los labios y confirmo mi miedo. Es así. Me río, no sé de qué, de mi mismo?
Deben ser los segundos más dolorosos que he pasado. Quieto frente a mi mismo, y de un impulso salvaje, golpeo el vidrio del baño, haciéndolo pedazos, que deforman mi cara, pero no logran borrar esta expresión macabra.
Esto escapa a todo lo que sé, me rindo.
Limpió mi mano llena de sangre, mis nudillos cortados, con trozos del espejo clavados.
El shock detiene el dolor, pero pasará pronto.
Miro de reojo, y está la puerta entre abierta.
Estiro la mano, y agarro la manilla, girándola, y abriendola. Paso el umbral y despierto tirado en mi cama.
Imposible. La mano me sigue ardiendo, pero no tiene nada.
La sonrisa se ha ido.
Un sueño?, un ... sueño?, fue sólo eso, un sueño?
Me siento en la cama y llega mi perro quizás preocupado de verme tan temprano despierto. Empieza a ponerse inquieto; la señal para sacarlo al patio.
Las pantuflas, las llaves, y camino a la puerta, sale, da sus vueltas.
No hay ruido alguno, sólo el que hace la cadena de mi perro cuando corre por el patio de la casa. El sol aún ni siquiera piensa en aparecer, deben ser como las 5 de la mañana.
LLamo a mi perro y entra rápido, directo a la pieza, apago las luces y cierro la puerta. Traté de que no sonara, pero es innevitable porque está mala.
A oscuras, camino por el pasillo y llego a la puerta de mi pieza.
Me hiela la sangre.
Hay un tipo acostado en mi cama, y se levanta de un golpe mirando hacia mi. Sólo atino a tirarme al piso, y esconderme.
Quién es?
Escucho como respira agitado, parece asustado.
No me vio, estoy seguro.
Se levanta y va al baño.
Antes de cerrar la puerta tras él veo sus muñecas. Son mis pulseras.
Algo está mal, y recuerdo mi sueño, porque era un sueño no?
Soy ... yo?
Y el sueño? ... es un sueño?
Dónde estoy?
Tengo miedo...